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Y pasear por Roma en Vespa y cenar junto al Sena y tomar la última copa frente al BigBen
para a la mañana siguiente desayunar en la cama de cualquier hotel (croissants y tostadas con mermelada),
navegar por el Danubio, tan azul como nunca más lo estará para nadie (reflejado en tus ojos), y dormir mirando al cielo sobre el mar.
Y ese vestido verde que te sienta tan bien cuando sonríes.
Y decirte que te amo te amo te amo te amo. Y que sonrías,
quitándote el vestido verde..