Calles

Me llaman las calles, me atraen las callejuelas, que me piden que me pierda en ellas, que de vueltas sin saber donde estoy, solo esperando.
Adiós bonita dice un hombre que fuma un cigarrillo a las puertas de una iglesia, me giro un poco y sonrío, gracias hombre, pero no soy bonita, ¿no veo qué ando perdida por las calles buscando amor?.
Una chica con el pelo rapado, una pareja, una mujer de unos treinta que pasea a un perro. Giro a la siguiente calle. Sigo con pasos decididos. Un chico que me mira y cuando paso se gira para seguir con sus ojos el movimiento de mis caderas al andar, deséame, dime algo, piropéame, dilo, di guapa, guapa, guapa. Ya ha quedado muy atrás.
Si solo busco encontrarte al girar otra calle, chocarme con tu visión mientras besas a una. Prefiero que me rechazaras porque estás enamorado de otra a porque no te gusto.
La siguiente calle está desierta, una tienda, dos bares cerrados, los edificios lúgubres y marchitos.
Un parque, por la izquierda, gente en bicicleta, familias con niños pequeños, palomas que rastrean el suelo en busca de migajas.
¿Dónde estás?
Quizás en la siguiente calle, estoy totalmente perdida. Mis pies están heridos de tanto caminar.
Derecha, izquierda, otra calle lateral, no tiene salida.
Un paso de cebra, un coche que casi no se detiene. Gilipollas digo entre dientes.
Me gustaría tener un paquete de tabaco para hacer algo, para poder aspirar y dejar escapar el humo de mi boca.
A falta de ello tarareo entre dientes. Me apoyo en un árbol a la espera de que el semáforo cambie a color verde. Una mujer con la compra, me mira de arriba abajo, o de abajo a arriba. Busco mi reloj bajo la manga de la chaqueta. Cruzo. Ahora sí que llego tarde. Me subo en el primer autobús que pasa. Adiós calles.




[Desesperación. Hoy no hay nada más que decir.]