.
Se sentó en la encimera de mármol y mordiendo la fresa dejo que el jugo se escurriera por entre sus muslos.
A él la cabeza le daba vueltas sólo de imaginarse limpiando los restos de fruta con la lengua. Y ella se lo pidió.
- Enrédate aquí, entre mis piernas.
Sus brazos atrapándola por la cintura y levantándola, menos pesada que una pluma.
Y aquel beso,
que mareó a ambos.
Jadeo.
[El final os lo sabéis]
Piel mezclada con otra piel.
Ying y Yang.
Sensaciones multiplicadas.
Sentimientos.
Y ese sabor a fresa.
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5 comentarios:
Espero que no le dejaran de gustar las fresas, por un final inesperado después del que conocemos todos.
Un saludo!
me encantan las fresas y sentarme encima de la encimera...
Muy provocativa ;)
Un besazooo
Pues venga, fresas con nata!
¬¬
sí, allí se quedó, en el pasado jaja
el brillo, los ojos y la luz!
Yo también me iré pasando!
;)
Guau! Cómo me gusta! :)
me encanta ^^
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